Era la representación que más ganas tenía de ver de este Festival de Clásicos, y quizá por ello me decepcionó un poco. El Romanticismo español es mi época literaria preferida por su carácter, por lo pasional, por lo atormentados que están los personajes y porque los escritores se convierten en personajes, literatura en la vida real.
Blanca Portillo, Ginés García Millán, Israel Elajalde y Marcial Álvarez, todos ellos actores de reconocido prestigio y caras conocidas, acompañados por Marcos León (viejo conocido para los fieles a los Clásicos complutenses), salen a escena delante de un atril y proceden a una lectura dramatizada de fragmentos de artículos, de obras, de poesías y crónicas del siglo XIX español. Desde la Constitución de Cádiz hasta «El día de difuntos».
Empieza con muy buen nivel gracias a unos textos excelentes de Larra. Termina también en lo más alto con otro fragmento de Larra, de uno de sus últimos y más atormentados artículos. Pero en la mitad, el espectáculo pierde algo de intensidad. Bien recordar la escena entre Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía del primer acto del Tenorio de Zorrilla o la escena del sofá entre Don Juan y Doña Inés, porque no por más veces repetido (sobre todo en Alcalá) pierden gracia e intensidad. Pero los textos elegidos del Don Álvaro o de El trovador no me dijeron nada (Don Álvaro tiene momentos grandiosos; imagino que El trovador también…).
Y se les podía haber sacado mucho más jugo. Es cierto que es original, pero esperaba algo más; quizá algo de juego con la puesta en escena, con escenografía, con vestuario… También puede ser la insatisfacción de quien espera mucho de algo que le gusta demasiado.
En cualquier caso, siempre es bueno repasar grandes momentos de nuestra historia y literatura; el Romanticismo es de los mejores, y con eso nos quedamos, con el público en pie aplaudiendo cinco minutos. ¿Por qué darle más vueltas?
(Foto de Rubén Gámez tomada de la página en Facebook de Clásicos en Alcalá)
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