Una viuda un tanto alegre, dos hermanos encargados de velar por la honra de la familia, un huésped en la casa de los tres hermanos y un criado que cree ver duendes entrando y saliendo, e incluso desapareciendo de su habitación, y ya tenemos los ingredientes mecesarios para hacer una comedia, pensó Calderón de la Barca. Y así fue: de su pluma salió La dama duende, otra de las obras que ha acogido el Festival de Clásicos en Alcalá.
Vestuario y algunas referencias contemporáneas para un texto bastante fiel al original (con las necesarias y obligadas concesiones que todo clásico debe sufrir hoy en día). El juego de salidas y entradas de las habitaciones se resuelve sobre el escenario con una mampara compuesta por puertas de cristal transparente para que los actores y personajes puedan entrar y salir de las habitaciones, manteniendo la necesidad de que el público se implique en el juego para saber dónde nos encontramos en cada momento.
Sin grandes alardes ni grandes efectos, se pudo ver sobre las tablas del Teatro Salón Cervantes una representación adecuada al texto, aunque en algunos momentos, como ocurre con la mayor parte de las comedias de enredo, el embrollo sea tal que no se sabe bien qué está ocurriendo ni de qué están hablando los personajes. Cosas de la comedia nueva.