La poca abundancia de caramelos es una queja habitual en las cabalgatas, pero este año tenía un motivo adicional: muchos de los dulces que tiraban los niños desde las carrozas no llegaban al público y se quedaban en la carretera, vallada a ambos lados y durante todo el recorrido, por lo que quedaban en tierra de nadie hasta que algún alma caritativa les daba una patada para acercarlos al público. Aun así, muchos caramelos fueron tragados por las máquinas de limpieza que cierran la cabalgata. Y ya que estamos hablando de caramelos, para otro año, mejor si no son caramelos taaaan grandes que si te dan en la cabeza, te descalabran.
Es la cruz de una cabalgata que fue más segura que otros años por las vallas que impedían que los niños pudieran aventurarse en mitad de la carretera en busca de caramelos. Unas vallas que dividieron la ciudad en dos partes y que hicieron que personas que habían quedado con gente del otro lado de la Vía Complutense no pudieran encontrarse y ver la cabalgata juntos.
En cuanto a la cabalgata en sí, muchas carrozas con personajes de películas o dibujos animados, carrozas bonitas y algún grupo de ambientación bueno (destacaban los minions de Gru y el grupo de danza que acompañaba a la carroza sobre la música clásica). El recorrido de la cabalgata de este año también se acortó (más aún…), por lo que duró menos de lo que era de prever en un principio. La lluvia también aceleró un poco el paso de la comitiva, por lo que si no se acudía con tiempo de sobra, se corrió el riesgo de no ver la cabalgata entera.