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Archive for julio 2010

Gracias a unos vecinos descubro en pleno veraneo un lugar en la playa de Gandía en el que sentirse casi como en casa. Las tapas complutenses, una de las costumbres gastronómicas que más recuerdan quienes visitan la ciudad, también se pueden degustar en la playa valenciana de Gandía. La cervecería Maimonides ha abierto este año un local en la esquina de la calle Alcoi con Mare Nostrum en la playa de Gandía, y mantienen las mismas buenas costumbres de tapeo que en Alcalá: por cualquier consumición, una tapa gratis. Los camareros lucen la camiseta del décimo aniversario de los Clásicos, las paredes están decoradas con imágenes de edificios alcalaínos… Un trocito de Alcalá en Gandía.

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La Fundación Gneral d ela Universidad de Alcalá y la Fundación Gin nos acercan una muestra que recoge 50 dibujos originales y material bibliográfico de humor gráfico estadounidense, con obras publicadas en la periódicos y revistas estadounidenses como The New Yorkder, Life, Esquire o Playboy.

Si os queréis dar una vuelta y verlo, está en la Fábrica del Humor (calle Nueva, 4) hasta  el 25 de julio (lunes cerrado).

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Curiosamente, dentro del programa de Clásicos en Alcalá también figura una exposición sobre el pintor mallorquín Miquel Barceló en la Casa de la Entrevista. La muestra hace un recorrido por su obra gráfica para mostrarnos una de sus facetas «más íntimas y menos conocidas», como apunta al programa.

No sé si yo lo encuadraría dentro del festival, pero el caso es que ahí está. Para quien le guste.

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Era la representación que más ganas tenía de ver de este Festival de Clásicos, y quizá por ello me decepcionó un poco. El Romanticismo español es mi época literaria preferida por su carácter, por lo pasional, por lo atormentados que están los personajes y porque los escritores se convierten en personajes, literatura en la vida real.

Blanca Portillo, Ginés García Millán, Israel Elajalde y Marcial Álvarez, todos ellos actores de reconocido prestigio y caras conocidas, acompañados por Marcos León (viejo conocido para los fieles a los Clásicos complutenses), salen a escena delante de un atril y proceden a una lectura dramatizada de fragmentos de artículos, de obras, de poesías y crónicas del siglo XIX español. Desde la Constitución de Cádiz hasta «El día de difuntos».

Empieza con muy buen nivel gracias a unos textos excelentes de Larra. Termina también en lo más alto con otro fragmento de Larra, de uno de sus últimos y más atormentados artículos. Pero en la mitad, el espectáculo pierde algo de intensidad. Bien recordar la escena entre Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía del primer acto del Tenorio de Zorrilla o la escena del sofá entre Don Juan y Doña Inés, porque no por más veces repetido (sobre todo en Alcalá) pierden gracia e intensidad. Pero los textos elegidos del Don Álvaro o de El trovador no me dijeron nada (Don Álvaro tiene momentos grandiosos; imagino que El trovador también…).

Y se les podía haber sacado mucho más jugo. Es cierto que es original, pero esperaba algo más; quizá algo de juego con la puesta en escena, con escenografía, con vestuario… También puede ser la insatisfacción de quien espera mucho de algo que le gusta demasiado.

En cualquier caso, siempre es bueno repasar grandes momentos de nuestra historia y literatura; el Romanticismo es de los mejores, y con eso nos quedamos, con el público en pie aplaudiendo cinco minutos. ¿Por qué darle más vueltas?

(Foto de Rubén Gámez tomada de la página en Facebook de Clásicos en Alcalá)

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El caballero de Olmedo es una de las obras más conocidas de Lope de Vega, una tragedia basada en un cantar popular:

Que de noche le mataron
al Caballero,
la gala de Medina,
la flor de Olmedo.

Teatro Corsario lleva a escena una adaptación de la obra (de otra forma no habría quien aguantara hoy en día los monólogos queeste tipo de obras tienen). Con música de una guitarra en directo entre escenas y momentos para la coreografía en las luchas cuerpo a cuerpo y en los momentos más trágicos, la representación respeta el tono trágico-cómico (más trágico que cómico) de la obra de Lope.

Una buena puesta en escena bastante aceptable que da al espectador lo que espera de una obra como esta. Y te da la misma rabia que maten al caballero cuando iba a Olmedo, pero en el fondo, como cuando lees la obra, entiendes las razones de su oponente para hacerlo: los celos y la rabia seguirán presentes en la humanidad por mucho que pasen los años; por eso nos identificamos a partes iguales con los dos enamorados caballeros.

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